Rory McIlroy conquista en Augusta el Masters y la leyenda en un final agónico

GOLF

El norirlandés, campeón tras tener que llegar al desempate frente a Justin Rose en un torneo que tuvo en la mano y que vio peligrar tras fallar un putt junto a la bandera del 18

El dineral que se lleva el campeón Rory McIlroy por ganar el Masters de Augusta 2025

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Rory McIlroy, flamante campeón del Masters de Augusta

Ashley Landis / Ap-LaPresse

La gloria la persiguen muchos, pero la historia la escriben unos pocos. La leyenda, mientras, es cosa tan solo de los elegidos. Rory McIlroy se ganó con creces la primera en el US Open de 2011. Ha escrito su historia desde entonces, con un Campeonato de la PGA en 2012, con un doblete histórico de PGA y British Open en 2014 y con múltiples títulos que adornan un palmarés estratosférico.

La leyenda, sin embargo, la había perseguido con ahínco desde 2015. Para él, esta se situaba en el Masters de Augusta, el torneo por excelencia, pero también el más deseado porque era el que le faltaba para culminar su palmarés. 'Faltaba' en pasado, porque el norirlandés ha demostrado que lo único eterno para él serán la perseverancia y el hambre de triunfo. Igual que ahora es eterna la gloria por haber conquistado un lugar único: el reservado para los campeones de los cuatro 'majors' del golf.

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Tras siete top10 previos en el Augusta National, seis de ellos desde su título en el British, Rory McIlroy ya podrá decir que lucirá de por vida la 'Chaqueta Verde'. A sus 35 años, el norirlandés es campeón del Masters de Augusta tras haber manejado como lo que es, el nuevo 'maestro' del golf, una jornada de nervios en el campo más exigente del mundo. Con genialidades y con una dosis extrema de épica en una lucha titánica contra Justin Rose, McIlroy ha ampliado el selecto grupo de jugadores que han ganado los cuatro 'majors': se une a Gene Sarazen, Ben Hogan, Gary Player, Jack Nicklaus y Tiger Woods.

Porque no hay gloria, historia ni leyenda sin sufrimiento. McIlroy era líder tras su hoyo 11 con cinco golpes de ventaja sobre Justin Rose y Ludvig Aberg, más avanzados en el campo. Sin embargo, un doble bogey en el par cinco del 13 y la pujanza del inglés han provocado que ambos quedaran empatados a -11 con cinco hoyos por delante para Rory y con dos en liza para Rose. Incluso Aberg les daba caza poco después.

Pero el desafío para McIlroy era gigante y el sufrimiento tenía que estar a la altura en un duelo titánico contra Rose. El norirlandés desperdiciaba un putt para par de menos de dos metros en el hoyo 18 para ganar el Masters y enviaba la pelea con el inglés al desempate, de nuevo en el hoyo 18: en él, Rose se sacaba un segundo golpe magnífico y McIlroy le respondía para dejarse un putt similar al que había errado minutos atrás. Pero Rose fallaba su putt y Rory, esta vez sí, lo metía para proclamarse campeón del Masters de Augusta.

Era el golpe que culminaba una jornada llena de sufrimiento para él, pero también de magia. Porque las leyendas siempre tienen un penúltimo truco en la manga. El de Rory McIlroy llegó en el hoyo 15, cuando estaba contra las cuerdas y con +2 en el día. Fue entonces cuando, en este par cinco, se sacó un espectacular segundo golpe para dejarse un par de metros de putt para eagle. Eagle que, presa de los nervios, dejó en birdie. Caminando en el abismo, en el hoyo 17, el norirlandés ponía el segundo golpe del par cuatro del 17 a un metro de distancia del birdie. Sin dudar, mandaba la bola para dentro para marcharse al 18 con un golpe de ventaja. Un golpe que después cedía cuando parecía tener el Masters en la mano. Un golpe del que después se redimía para proclamarse campeón.

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De esa manera, McIlroy se llevaba un torneo del que pareció muy cerca en muchos momentos y en el que se complicó en otros muchos, exigido por un Justin Rose sideral en la última jornada. Con -11 (+1 en el día con seis birdies, tres bogeys y dos doble bogeys), el norirlandés veía cómo su distancia desaparecía con los también -11 de un Rose desbocado (diez birdies y cuatro bogeys). Acababa tercero con -9 Patrick Reed (un eagle, cuatro birdies y tres bogeys).

Todo, tras una pelea por el trofeo en la que llegó a estar a mitad de su vuelta un Ludvig Aberg finalmente desfondado hasta el séptimo puesto con -6 (cuatro birdies y un bogey hasta el hoyo 15 y, cuando tenía opciones, un bogey y un triple bogey en el cierre). Incluso Scottie Scheffler, siempre arriba, se dejaba ver cuarto con -8 (cinco birdies y dos bogeys). Jon Rahm, en un gran cierre (cinco birdies y dos bogeys), acababa decimocuarto empatado con -3.

Así, McIlroy veía recompensada su lucha en una jornada que arrancó mal para él y en la que se fue asentando poco a poco, pero con mucho sufrimiento. Un error claro con el putt de inicio, ya para bogey, le condenaba a un doble bogey de salida y permitía a Bryson DeChambeau darle caza en el liderato. Pero los birdies en los hoyos 3, 4 y 9, con buenos pares entre medias para él, hacían que McIlroy fuera líder a mitad de su vuelta con cuatro golpes de ventaja sobre DeChambeau, Aberg y un Rose al alza.

Llegó a plantarse McIlroy en el -14, pero perseveró siempre Rose mientras el resto de sus rivales se desfondaban. Así, tras birdie en el 10 y bogey en el 11, McIlroy se iba a la ría del par cinco del 13, se veía obligado a dropar y sumaba un doble bogey, lo que permitía que un gran Rose le empatara a -11. En el 14, mientras, a Rory se le quedaba colgando el putt para par: sumaba el bogey, llegaba al -10 total y veía cómo, con fallo del inglés, Aberg llegaba para el triple empate a -10.

Pero, en las alturas, el sueco se desfondaba. Rose resistía con un espectacular putt para birdie en el 18 y McIlroy se veía obligado a sacar sus dos golpes de magia en el 16 y en el 17 para llegar al último hoyo con un golpe de ventaja. Incluso necesitaba un tercero: se marchaba al búnker del 18 para obligarse a sacar adelante el approach y dejarse un putt de par para todo o nada. Lo fallaba y enviaba al desempate la resolución del torneo.

Así, de vuelta al 18, Rose empezaba poniendo la bola en calle y, luego, generándose una gran opción de birdie con putt de media distancia. Pero McIlroy respondía primero y subía la apuesta después, dejándose poco más de un metro para birdie. Rose veía cómo su putt se le escapaba ligeramente por la derecha y concedía a Rory la opción de la redención en un golpe similar al errado minutos antes: esta vez, el norirlandés no fallaba

Con un sufrimiento extremo y un final agónico, Rory McIlroy, tras una lucha de media vida, ya viste la ansiada 'Chaqueta Verde' que le acredita como campeón del Masters de Augusta. Ya es para siempre una de las grandes leyendas del golf.

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