No se esperaba el Borussia Dortmund un partido tan adverso, un ambiente tan encendido y un rival tan áspero como el Atlético de Madrid. Y por momentos se desesperó. Aunque no estaba siendo un choque especialmente caliente, con dos equipos que estaban apostando por jugar al fútbol en vez de perderse en otras cosas, al filo del minuto 60 se daba una acción que subió las pulsaciones.
Emre Can y Rodrigo de Paul peleaban por un balón, el capitán del cuadro germano caía al suelo dolorido en medio del campo, en una jugada que por otro lado tampoco parecía gran cosa. El caso es que el Dortmund continuaba atacando, perdía el balón y el Atlético montaba el contragolpe y tenía una jugada de peligro mientras Can seguía tumbado.
El banquillo del cuadro teutón se quejaba ostensiblemente de que el Atlético no hubiese tirado la pelota fuera. En ese momento, Diego Pablo Simeone, preparador colchonero, saltaba como un resorte, abandonaba su zona técnica y se iba a por Sebastian Kehl, director deportivo del BVB. Se encaraba con él, le apartaba y le indicaba que se marchase al banquillo, que no tenía razón al protestar porque el colegiado italiano Marco Guida había dejado continuar el partido y sólo le correspondía a él pararlo.
Kehl, al principio sorprendido, aguantaba su posición y también se encaraba. Finalmente llegaban Nelson Vivas, segundo de Simeone; y Pedro Pablo Matesanz, delegado del Atlético, para separarles.
JUGADA CALCADA
Curiosamente, minutos después. Se daba una jugada calcada en sentido inverso. Barrios se llevaba un golpe en el rostro, quedaba tendido. Y ahí, el Dortmund, ya fuese por lo que había sucedido poco antes o porque directamente entendía que no tenía por qué parar el partido, seguía con su jugada como si nada.