Laia Sellés rezuma felicidad y alegría, las propias de una adolescente de 19 años, que ama lo que hace y que nunca pierde la bonita sonrisa que la caracteriza. Natural de Lles de Cerdanya, la deportista proviene de una familia de esquiadores, vinculados todos ellos al esquí de fondo, pero ella decidió probar fortuna con el esquí de montaña y no le está yendo nada mal.

Laia Sellés, oro en el sprint del Mundial de Morgins
En una temporada en la que ya había saboreado la victoria, por ejemplo en el sprint de la Copa del Mundo de Crévacol (Italia), Laia llegaba al Mundial de Morgins con el objetivo claro de ser protagonista y, como suele ser habitual en ella cuando llega a las grandes citas deportivas no ha fallado.
Empezó consiguiendo el oro en el relevo mixto y después logró la medalla de bronce en la vertical race en la categoría que le es propia U20, y este jueves sumaba su tercera presa en la nieve helvética, y qué presea, una segunda medalla en la modalidad del sprint.

La esquiadora de la Cerdanya en Morgins
No es la primera vez que Laia tiene que comprarse una nueva maleta para hacer espacio a las medallas conquistadas. A principios de 2023, en el Festival Olímpico de la Juventud que se disputó en Forni di Sopra (Italia) se colgó tres medallas de oro en las tres modalidades del esquí de montaña en las que compitió -sprint, relevos mixtos e individual- siendo la única deportista de los 1.300 participantes de 47 comités olímpicos nacionales que conquistaba tres medallas de oro.
Un triplete que repetiría al cabo de un año en el Campeonato de Europa de Flaine, en la Alta Saboya, en los Alpes franceses, abrazando las medallas de oro en las modalidades del skimo de la vertical race, sprint e individual.
Rompió la tradición familiar del esquí de fondo y decidió probar el esquí de montaña
Una serie de éxitos que la hicieron merecedora de ser una de las deportistas premiadas de la 41ª Gala Trofeu Campions amb Valors de Mundo Deportivo.
Y, como no hay dos sin tres; ha vuelto a recolectar tres medallas en el Campeonato del Mundo que se está disputando esta semana en Morgins (Suiza). Un Mundial en el que tras haber conseguido el oro en el relevo mixto y el bronce en la carrera vertical el martes, sumaba el segundo oro en sprint.

En los metros finales del sprint de Morgins
Es tal su ritmo que a Laia Sellés no se le adivina techo. Tiene la suerte de contar a su lado con los mejores, con algunos y algunas de los mejores esquiadores del mundo, en los que se fija para seguir progresando, especialmente en Oriol Cardona, quien en el Mundial de Morgins ha revalidado el título de campeón del mundo en la disciplina del sprint y que sólo él ha conseguido dos plazas para España de cara a los Juegos Olímpicos de Invierno de Milán-Cortina 2026. Una de las plazas las logró junto a la granadina Ana Alonso, en la que ambos lograron una plata y por tanto el pasaporte olímpico, que no podrá aprovechar Laia Sellés al ser demasiado joven.
Descubrió el esquí de montaña con diez años en Granada y asegura que fue un amor a primera vista
No le importa, está acostumbra a sufrir y además le gusta, sólo así se puede entender que le gusten tanto los deportes de invierno. Laia además a su juventud también ha demostrado su carácter inconformista, el saber sobreponerse de los reveses deportivos, el saber ver la botella medio llena. Tozuda, estricta y perfeccionista, todavía recuerda cuando una semana de un Mundial se rompió un dedo. En vez de venirse abajo, de verlo como un jarro de agua fría, lo vio como una oportunidad para mejorar.
Laia supo reorientar su carrera que parecía dirigida hacia el esquí de fondo, como el de su familia, deporte en el que empezó a competir con sólo dos años. Pero un viaje lo cambió todo. A los diez años se fue con su madre a Granada. En la estación andaluza no existía la posibilidad de practicar esquí nórdico y un amigo de su madre le dijo que probara el esquí de montaña. Cuando recuerda sus inicios dice que la primera impresión, la primera toma de contacto no le enamoró, pero poco a poco el amor fue a más, y cuando ya encontró un material ligero y aprendió la técnica del esquí de montaña viendo vídeos en Youtube, empezó a disfrutar de las bajadas de una de las modalidades que le conquistó el corazón. “Cuando me puse a bajar fuera pista me enamoré de lo que siente al conectarse con la montaña”.
Un amor que como ella misma señala fue a primera vista y que a día de sigue siendo tan fuerte como el primer día.